He aquí algunas de las cosas que se pueden hacer en diez días, con casa y sin vehículo, en el lado mozambicano del canal de Mozambique:
- Pillar la chapa e ir bien apretados desde Inhambane hasta Tofo, haciendo mil paradas y tardando una hora para cubrir 20 km. Pillar el taxi de la casa para ir, con las maletas y la compra, hasta nuestro pequeño paraíso de Tofinho.
- Comprar fruta y verdura local en el mercado del pueblo de Tofo, incluidos los limones arrugaos con pinta chunga pero muy buen sabor y olor, y el pan en el puesto que tiene la señora a dos minutos de la casa.
- Caminar 20 minutos desde la casa, en Tofinho, al pueblo, solo ida. Al menos dos veces por día.
- Dar un largo paseo por la playa desde Tofinho hasta la bahía de Tofo. Y otros menos largos pero frecuentes.
- Ver la caída de un sol naranja-yema al oeste de la bahía.
- Inventar nuevas maneras de ponerse un pareo inspiradas en las formas de llevar una capulana (pareo mozambicano, de algodón, muy colorido, con técnica de estampado parecida al batik).
- Aprender que como mejor se parte un coco es con otro coco.
- Subir y bajar con las olas; coger las que se dejan.
- Leer, mucho; escribir, algo.
- Beber vinho verde portugués, cerveza mozambicana y sidra sudafricana; comer chorizo portugués, aceitunas españolas y zanahorias sudafricanas (copan los supermercados mozambicanos los productos provenientes de la antigua metrópolis y del país más meridional del continente).
- Comprar pescado de esa mañana en el porche de la casa, directamente al pescador, que te lo pesa a buen precio y te lo limpia a tu gusto.
- Cocinar, dos meses después, y experimentar con productos locales, como el coco, el anacardo y el jengibre, en recetas propias, como el pescado al horno con patatas. Comprobar que el agua de coco y el agua con coco no saben a lo mismo (la segunda no sabe, no lo intentéis en casa). Preparar langosta por primera vez y una sopa de pescado que quitaba el sentío, entre otras delicias.
- Volver a los desayunos de tostadas de tomate con aceite español, zumos variados y café hecho en casa.
- Avistar ballenas desde la playa y desde la terraza, sentados a la mesa del desayuno, del almuerzo o de la tarde, y darles buen uso a los recién adquiridos prismáticos (gran aeropuerto, el de Johannesburgo). Chorros de respiración, lomos, aletas, colas, saltos increíbles; un festival todos los días.
- Escuchar música propia. Un poco de clásica, algo de Cold Play, una pizca de la Winehouse, una miaja de Jamiroquai, y Paco, siempre Paco.
- Leer, de la casa, un libro de tebeos de Calvin y Hobbes y ojear otro de aves del África Meridional buscando algunos ejemplares descubiertos durante esta estancia.
- Visitar el monumento de Tofinho a los ahogados por los portugueses en una cueva marina.
- Echarse un perramigo playero de un rato que no se cansa de jugar (con Julien) y otro que les ladra a los pescadores que pasan.
- Conocer las medusas "botella azul", que llegan con el viento del noroeste, por sus efectos antes que por su pinta.
- Dormir. Quedarse dormido y despertarse con el rumor (o el estruendo, según) de las olas, y solo con ese sonido de fondo.
- Buscar y negociar una capulana para Ju. Y no comprarla porque no nos convence el precio.
- Disfrutar de un aguacero tropical desde casa, con el café caliente de la mañana en la mano.
- Dejar que el personal de la casa te friegue los platos de la cena y el desayuno, te haga la cama y te apañe el pescao, y aprender cómo sacarle la tripa a las langostas y el porqué del corte longitudinal que se les hace al lomo de los langostinos en algunos lugares.
- Adoptar la costumbre local de llamar "amigo" a todo aquel cuyo nombre desconoces pero con quien necesitas tratar.
- Caminar 4,5 km. hasta el cajero automático más cercano, comprar chorizo y hacer autoestop de vuelta porque no pasa la chapa (con suerte, te para el dueño del local de buceo donde piensas contratar tus inmersiones).
- Hacer un safari marino y nadar con tiburones ballena y avistar delfines y ballenas a tan solo unos metros. Oír los delfines hablar bajo el agua.
- Hacer una inmersión poco profunda en Marble Arch y ver más peces que en cualquier otra inmersión (hasta ahora), pasar por arcos y colarse por pequeños cañones marinos. Oír las ballenas cantar bajo el agua.
- Hacer una inmersión profunda y sentirse mucho más segura que hasta ahora, incluso antes de entrar en el agua, y descubrir que el buceo podría ser una herramienta de trabajo. Bucear a lo largo de una pared de coral con bosques de coral verde e infinidad de peces y crustáceos de tamaño XXL. Ver un delfín desde abajo saltar en la superficie cuando se inicia el ascenso.
- Conocer un tipo desconocido de cangrejo: el cangrejo surfista, que, en lugar de huir de las olas o esconderse, corre hacia ellas como un poseso y se deja levantar y revolcar por la espuma, se entierra hasta que pase y vuelve a salir para ir a coger la ola siguiente. Temerarias criaturitas.
- Escabullirse de la cama la última noche en Tofinho para mirar el cielo estrellado a este lado del canal de Mozambique. Qué maravilla cuando la Vía Láctea se puede contemplar a simple vista.
- Sentir pena por dejar este pequeño rincón del paraíso.