- Es fascinante el crisol de rasgos y etnias que, en cualquier lugar del país, representan todos los puntos del espectro entre el África mas negra y el Asia más lejana, tal vez a excepción de los extremos. Dieciocho tribus pueblan la isla, aunque los menos conservadores hablan de 20 o 21, y no hay límites sociales a la mezcla entre tribus o religiones.
- Los ancestros ocupan un lugar fundamental en la vida: se los tiene presentes en las actividades diarias; al abrir una botella de ron se vierte un poco al suelo para ellos; te protegen de los peligros si te encomiendas a ellos; se los exhuma cada siete años, se los envuelve en sudarios limpios y se celebra su vida en familia en la ceremonia llamada famadihana.
- Otra parte importante de la cultura ancestral malgache es respetar los fady, o tabúes tradicionales, como no llevar cerdos a lugares sagrados ni bañarse en aguas sagradas si has comido cerdo (herencia musulmana), no señalar con el dedo extendido, o, al menos en el norte, no relacionarse con los perros ni darles de comer de la mesa.
- La diversidad biológica es alucinante. La isla acoge el 5 % de las especies de flora y fauna del planeta; de ellas, el 90 % de flora y el 70 % de la fauna son endémicas. De las ocho especies de baobab que existen en el mundo, siete están presentes en la isla; los lemures son totalmente exclusivos de Madagascar. La riqueza y la especificidad se deben al aislamiento tras la separación del continente africano y la tardía llegada del ser humano. Hoy, la deforestación es uno de los principales problemas ambientales y las especies de grandes animales africanos que un día vivieron aquí, como hipopótamos, lemures gigantes de 250 kilos y enormes parientes de las avestruces, se han ido extinguiendo debido a la caza excesiva de los últimos mil años.
- Aquí tampoco te ponen leche normal, líquida, con el café, por lo menos fuera de Tana. Sin embargo, el sustitutivo malgache es la leche condensada. Muy dulce. Eso sí, el yogur casero, cuando lo hay, bien cremoso y con su toque de vainilla de la tierra, lo bordan. El queso conventual, también, pero ¿qué hay malo en la alacena de las monjas?
- El peinado femenino es una cosa muy seria. Por todo el país se ven cabellos trenzados y recogidos en moños, moñetes y rodetes muy elaborados y originales. La moda masculina tampoco es cuestión baladí. Con un mínimo de posibles, los hombres se afeitan y peinan cuidadosamente, combinan bien los colores y visten prendas modernas y juveniles hasta bien entrada la cincuentena (puede que incluso la sesentena, pero esta gente engaña mucho con la edad).
- Será la musiquilla, será que se comen una sílaba aquí y otra allá, será la combinación con la simpatía y la alegría de vivir, pero, desde el principio, el idioma malgache nos recuerda mucho al portugués brasileño.
- Las comidas y las camas de los guías y los conductores corren por cuenta de los restaurantes y los hoteles en que paran los turistas, lo cual es práctico a la hora de presupuestar; damos por hecho que el coste va incluido en el precio que paga el turista.
- No exageraban las advertencias de guías, webs y foros de viajes sobre el pésimo estado de las carreteras. Las hay decentes, pero es descorazonador (además de un peñazo) encontrar carreteras nacionales en las que del asfalto no queda más que el recuerdo y de las que, por el tamaño de los hoyos, se diría que han sido bombardeadas. Y saber que no se arreglan porque el dinero se lo embolsan los políticos corruptos.
- No hay burros, pero en las zonas rurales, además de los desplazamientos a pie, abundan las bicicletas y los carritos hechos con un palé con ruedas que cuesta arriba suelen ir vacíos y cuesta abajo llevan la carga y al piloto, que gira y frena con un palo que cuela entre las tablas hasta el asfalto. También se puede bajar sin carga y entonces se convierte en un bólido casero.
Mejores experiencias: via ferrata de los Tsingy de Bemaraha, atardecer en el paseo de los baobabs, y senderismo con acampada en el Parque Nacional de Ranomafana.
Mejor ciudad: Tana, aunque está muy contaminada porque los coches, si bien muy cuidados, son dinosaurios; para la playa, Morondava y su atardecer sobre el canal de Mozambique.
No recomiendo: el tren que conecta Fianarantsoa con la costa este.